sábado, 1 de marzo de 2014

Las crisis que nos dejan solos

Las Crisis que nos dejan Solos



Cuando afrontamos un conjunto de circunstancias cambiantes que determinan una nueva situación, es decir cambios que se producen de pronto, y en muchas ocasiones sin previo aviso, estamos en presencia de una crisis vital que altera el orden de nuestra vida, la muerte de un ser querido, la ruptura de una pareja, la perdida del trabajo, encontrarse con una desfavorable noticia, el darnos cuenta de algo que nos inquieta.

Estos cambios nos colocan ante la incertidumbre de no saber que hacer y que nos va a pasar. 

Muchos sentimientos entrelazados suman confusión y nos sentimos frágiles, dolidos, tristes, enojados e impotentes frente a aquello que nos pasa, a veces sintiendo que rompió nuestro proyecto de vida y que estamos solos.

Una soledad que pareciera que sirve de refugio para nuestra vulnerabilidad pero que al mismo tiempo puede convertirse en una especie de prisión donde quedamos encerrados en nuestro dolor, una soledad donde germina la idea y el sentimiento que es imposible que alguien me entienda.



Con buena intención algunas personas cercanas nos ofrecen sus consejos.

“Bueno seguir que salir adelante”,”Vamos vos podes, si yo pude…”, “Fuerza no te caigas”, “Es cuestión de tiempo, todo pasa” pero cómo seguir adelante si la confusión no me permite ver con claridad, cómo voy a poder si me siento sin fuerzas, cómo no caer si me siento abatido, cómo esperar que el tiempo haga que todo pase si cada día me siento peor. 

La buena intensión termina entonces trasformándose en aliada de la soledad porque no encontramos la comprensión necesaria y elegimos hacer silencio, “Para que hablar si nadie comprende que me pasa”.


Pero, ¿puedo realmente acallar todo lo que siento, ó los sentimientos buscarán otros modos de expresión? 

Creo que la mayoría conocemos la respuesta sobre el precio que se paga en términos de salud, estado de animo y en las relaciones.

Sobreponerse a una situación dolorosa es posible siempre y cuando haya la predisposición suficiente para transitar  las distintas etapas que implica el proceso de restauración del bienestar, desde ya que no es algo simple de realizar, y  aún se dificulta más si se pretende en soledad afrontar la tormenta emocional  para luego llegar a la calma y la paz interior

Es un transito donde necesitamos ser escuchados, acompañados y comprendidos para comenzar a sentir alivio y así animarnos a dar los primeros pasos hacia un horizonte más esperanzador.

Nadie quiere sufrir y menos sintiendo que se esta solo, construimos nuestro mundo con nuestros semejantes, la familia, los amigos y con todas aquellas personas con la cual por alguna razón nos relacionamos. Cada uno de ellos nos entrega aquello que puede, por lo tanto, en esos momento donde el dolor y la soledad nos acorrala, aunque a veces pareciera que no, existe un semejante que esta dispuesto a escuchar, a acompañarte y sostener. Quizás este cerca ó tal vez sea necesario darse la oportunidad y buscar apoyo emocional solicitando orientación a quienes están preparados para establecer una relación de ayuda, puede ser una persona significativa, un profesional, un referente religioso, un grupo de ayuda mutua ò donde se encuentre confianza para expresar todos los sentimientos.

La experiencia de ser escuchado con atención, respeto, afecto y empatía facilita el camino que hay que recorrer para sanar nuestras heridas. 

Ir desde la desesperación a la esperanza de vivir plenamente sin lugar a dudas es posible y la mejor manera de contribuir al propio bienestar es permitirse pedir y recibir ayuda. 

W. Shakespiere supo resumirlo con su maestría 

“Dad palabras al dolor: el dolor que no habla gime en el corazón hasta  que lo rompe”



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