Las Crisis que nos dejan Solos
Cuando
afrontamos un conjunto de circunstancias cambiantes que
determinan una nueva situación, es decir cambios que se producen de pronto, y
en muchas ocasiones sin previo aviso, estamos en presencia de una crisis vital
que altera el orden de nuestra vida, la muerte de un ser querido, la ruptura de
una pareja, la perdida del trabajo, encontrarse con una desfavorable noticia, el
darnos cuenta de algo que nos inquieta.
Estos
cambios nos colocan ante la incertidumbre de no saber que hacer y que nos va a
pasar.
Muchos sentimientos entrelazados suman confusión y nos sentimos frágiles, dolidos, tristes, enojados e impotentes frente a aquello que nos pasa, a veces sintiendo que rompió nuestro proyecto de vida y que estamos solos.
Una
soledad que pareciera que sirve de refugio para nuestra vulnerabilidad pero que
al mismo tiempo puede convertirse en una especie de prisión donde quedamos
encerrados en nuestro dolor, una soledad donde germina la idea y el sentimiento
que es imposible que alguien me entienda.
Con
buena intención algunas personas cercanas nos ofrecen sus consejos.
“Bueno seguir que salir adelante”,”Vamos vos podes, si yo pude…”, “Fuerza no te caigas”, “Es cuestión de tiempo, todo pasa” pero cómo seguir adelante si la confusión no me permite ver con claridad, cómo voy a poder si me siento sin fuerzas, cómo no caer si me siento abatido, cómo esperar que el tiempo haga que todo pase si cada día me siento peor.
La buena intensión termina entonces trasformándose en aliada de la soledad porque no encontramos la comprensión necesaria y elegimos hacer silencio, “Para que hablar si nadie comprende que me pasa”.
Pero, ¿puedo
realmente acallar todo lo que siento, ó los sentimientos buscarán otros modos
de expresión?
Creo que la mayoría conocemos la respuesta sobre el precio que se paga en términos de salud, estado de animo y en las relaciones.
Sobreponerse
a una situación dolorosa es posible siempre y cuando haya la predisposición
suficiente para transitar las distintas
etapas que implica el proceso de restauración del bienestar, desde ya que no es
algo simple de realizar, y aún se
dificulta más si se pretende en soledad afrontar la tormenta emocional para luego llegar a la calma y la paz
interior.
Es un transito donde necesitamos ser escuchados, acompañados y comprendidos para comenzar a sentir alivio y así animarnos a dar los primeros pasos hacia un horizonte más esperanzador.
Es un transito donde necesitamos ser escuchados, acompañados y comprendidos para comenzar a sentir alivio y así animarnos a dar los primeros pasos hacia un horizonte más esperanzador.
Nadie
quiere sufrir y menos sintiendo que se esta solo, construimos nuestro mundo
con nuestros semejantes, la familia, los amigos y con todas aquellas personas
con la cual por alguna razón nos relacionamos. Cada uno de ellos nos entrega
aquello que puede, por lo tanto, en esos momento donde el dolor y la soledad nos
acorrala, aunque a veces pareciera que no, existe un semejante que esta
dispuesto a escuchar, a acompañarte y sostener. Quizás este cerca ó tal vez sea
necesario darse la oportunidad y buscar apoyo emocional solicitando orientación
a quienes están preparados para establecer una relación de ayuda, puede ser una
persona significativa, un profesional, un referente religioso, un grupo de
ayuda mutua ò donde se encuentre confianza para expresar todos los sentimientos.
Ir desde la desesperación a la esperanza de vivir plenamente sin lugar a dudas es posible y la mejor manera de contribuir al propio bienestar es permitirse pedir y recibir ayuda.
W. Shakespiere supo resumirlo con su maestría
“Dad palabras al dolor: el dolor que no habla gime en el corazón hasta que lo rompe”
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